El alma social
Arcoiris en Baños, Tungurahua, Ecuador
Hasta hace
muy poco los bebés humanos nacían con los ojos cerrados y como los perros,
tardaban algunos días en abrirlos e incluso algunos meses en fijar la atención.
En la actualidad los niños nacen con los ojos abiertos y adquieren la capacidad
de fijar la mirada en objetos externos a los muy pocos días de nacidos; es
probable que empiecen a escuchar, gustar y oler antes de lo que había sido
usual también. Esto significa que la genética del cuerpo humano está consolidando
una mutación con el fin de lograr que las sensaciones se empiecen a suceder
cada vez de forma más precoz, lo que supondría que los recuerdos que dan las
sensaciones empiezan a pasar más pronto con cada generación.
De la misma
forma, es evidente que los recuerdos no son productos planos u objetivos; los
recuerdos dependen de la posibilidad de la persona de tener sensaciones de un
tipo o de otro. No será igual el recuerdo de un elefante que tenga una persona
que haya visto uno al de la persona que no tenga posibilidad de verlo; aún más,
el recuerdo del mismo elefante visto por dos personas no será el mismo, porque
no tienen la misma posición en el momento en que lo ven, la luz incide en forma
distinta sobre distintos puntos de vista, la posición del animal será distinta
dependiendo de la ubicación del observador, la bioquímica del cuerpo tiene
diferentes niveles de desempeño según la alimentación, el ejercicio, etc. Hay
infinitos factores por los cuales dos personas que supuestamente tengan la
misma experiencia tienen diferentes recuerdos.
Además el
grupo del que se aprende los primeros conceptos es la Familia, después están los
vecinos, la escuela, el trabajo, etc. Pero con la globalización de las
comunicaciones los grupos a los que una persona pertenece son cada vez más
diversos cada vez más pronto. Para las generaciones que formaron sus primeros
recuerdos hasta la primera mitad del siglo XX por ejemplo, el paso de la
relación con la familia a la relación con los vecinos era de varios años; las
generaciones que se criaron en los últimos cincuenta años del siglo tuvieron la
oportunidad de relacionarse desde muy pronto con gente desconocida a través de
los incipientes “medios de comunicación”; pero las generaciones que están
desarrollándose a partir de los primeros años del siglo XXI tienen familiaridad
con todo el planeta como con su familia a través de INTERNET desde que apenas
empiezan a desarrollar la motricidad.
Si la
conciencia tiene como componente fundamental las experiencias, que en
interrelación constante conforman en todo momento un sistema de lógica difusa
con el que la persona aborda cada circunstancia que enfrenta. Y las
experiencias son conformadas por recuerdos o elaboraciones que se forman a
partir de lo captado a través de los sentidos, es decir, las sensaciones físicas
de las cosas materiales, en conjunción con los conceptos aprendidos en la
comunicación con el grupo social en que la persona se desarrolla. Entonces se
podría concluir que es allí donde se encuentra la esencia de cada ser humano,
el alma o espíritu, que sería el resultado de la acumulación de procesos
bioquímicos que se producen en el cuerpo humano desde algún momento (por ahora
indeterminado) y que con el tiempo se convierten en su personalidad.
Ahora bien,
si la personalidad o el alma se están configurando más precozmente en cada
generación, también debería estar sucediendo más temprano la toma de conciencia
social, que implica el conocimiento colectivo de que la estructura económica
determina la conciencia social a través de la superestructura jurídico-política,
que a su vez garantiza la reproducción de la estructura del mundo material. Tal
es así que las medidas que los dueños de los grandes capitales solían aplicar
en la búsqueda de la reconcentración de los capitales mundiales con protestas
bien focalizadas y fácilmente controlables tienen consecuencias cada vez más
traumáticas porque la ideología tiene cada vez menos efectividad.
Los
aparatos ideológicos que hasta hace muy poco hicieron con bastante efectividad
el trabajo de dominación de la infraestructura, hoy en día les cuesta bastante
hacer su trabajo con mediana efectividad, porque están muy dañados en su
credibilidad: las iglesias y los medios de comunicación cada día son
desenmascarados en todas partes como simples medios de ideologización; la
escuela que siempre fue un medio de ideología para minorías excluye cada vez a
más gente, lo que la convierte en altamente ineficaz; las leyes están cada vez
más expuestas al escarnio público debido a las diferencias evidentes que surgen
en la aplicación de ellas, dependiendo del poder económico que tenga la persona
a la que se le va a aplicar una determinada ley.
Por todo
eso, es posible que este sea el peor momento del capitalismo. Por todas partes
hay gente dándose cuenta individualmente y colectivamente del mecanismo
perverso de funcionamiento del sistema; medios de difusión -hechos para
esparcir la ideología- dejando colar información privada de los dueños de los
grandes capitales; y pueblos enteros preparándose para resistir durante 500
años más y con ganas de “vivir bien” y de rescatar la Pacha Mama.
Pero eso no
significa que los capitalistas se van a quedar en sus camas y darse por
vencidos. El sistema se está preparando para luchar; si no es “por la razón”
será “por la fuerza” dice con cada movimiento de las tenazas. Producirá más
bombas, matará más gente, taladrará más tierra en busca de diamantes, destruirá
más árboles, acabará con el agua y los animales. Si al final no queda nadie, no
se podrá decir que ha perdido.
Estamos en
guerra, aunque la afirmación sea muy poco misericordiosa. El enemigo es
gigantesco y horrorosamente cruel; pero tenemos una ventaja: somos muchos. La
estrategia: habrá que ser portentosamente inteligentes … y conscientes.
Comentarios