Sobre Caracas
Caracas es un valle verde, verde, verde, verde. Es verde, pero también azul y rojo y gris y marrón, pero sobre todo verde. Caracas sufre una eterna primavera, con el cielo más azul y los techos más rojos y el río turbio que saca el sucio y las nubes de polvo de diferentes grises y árboles y arbustos y enredaderas que crecen en las aceras y paredes de cualquier calle. Porque es un valle con miles de riachuelos que corren hacia el Guaire.
Duélale a quien le duela ... Caracas es Caracas y lo demás, monte y culebra. Caracas, la de los techos rojos, es la sucursal del cielo. Caracas es la Sultana del Ávila (que ahora por fin le decimos "Guaraira Repano"). Caracas es la cuna del Libertador de América. Caracas es la que más está al norte del sur.
Caracas es la única ciudad del mundo en que las direcciones cuentan su historia: Torre, Principal, Monjas y Gradillas le dicen a cualquier caraqueño que debe dirigirse al cuadrilátero más central. Y como todas las plazas centrales de Venezuela, se encontrará con la Plaza Bolívar y no con una españolizada plaza mayor. Y las avenidas tampoco tienen número sino nombres, pero las calles también y las casas y los edificios.
Ubicarse en Caracas es lo fácil del mundo: buscas el cerro más grande, el que no tiene edificios, ni casas, solo una infinita gama de verdes ... y ése es el norte. Y si es de tardecita, verás los loros y las guacamayas volar desde cualquier parte de Caracas y la dirección que lleven: ese el norte, porque todas se dirigen al eterno parque. El norte de nuestros pensamientos, de nuestros sueños, el norte geográfico.
Caracas es el centro del continente y el centro de los caminos de Venezuela. Caracas es donde reside el poder político y el poder financiero y el primer mercado latino de todas las tecnologías. De Caracas es el acento que todos querían tener cuando empezó la radio en América hispana. Y en Caracas nació la historia de la República y es la ciudad de la que se "empoderaron" los andinos. A Caracas llegan todos y de Caracas no se van jamás.
Caracas es la ciudad donde nací, donde me siento como si fuera toda mi casa, que mejor conozco en el mundo, donde me ubico hasta por los olores.
Y ahora Caracas por fin se ha maquillado de nuevo. Superó esa edad en que los niños empiezan a crecer pero no balanceadamente y están horrorosos. Caracas está como las adolescentes que uno va descubriendo bonitas de repente. Ya no tenemos que pelear con los buhoneros para caminar; la Plaza Venezuela y los Próceres provocan ser caminaditos y habladitos. El centro de Caracas parece parte de una ciudad y no la ruina de una guerra. Los parques y las plazas ya no parecen botaderos de basura.
Vamos a seguir maquillando a la niña a ver si pronto se nos convierte en una mujer en la flor de la edad, de la que todos nos volvamos a enamorar, no solo porque la goegrafía o la historia, sino también porque la cultura y la razón.
Caracas, Caracas, yo te canto noche y día ...