Víctor y Adán
Víctor y Adán fueron dos hombres que nunca se conocieron y que jamás pensaron que terminarían siendo parte de la misma familia. Los dos murieron de muerte natural, porque morirse es natural, sea que te mueras como te mueras.
Pero hay familias en las que la muerte es cotidiana: la gente se enferma y se muere; hay familias en que la muerte es trágica: la gente tiene accidentes o los matan; pero hay familias, como esta, en que la muerte casi siempre es por aburrimiento. A la gente no la matan, ni se enferma, ni se muere casi nunca, solo van desvaneciéndose en el recuerdo, desaparecen. Y al tiempo, los demás se empiezan a dar cuenta de que falta algo, pero en realidad es algo que no se sabe si de verdad falta, porque ciertamente no se sabe si estuvo alguna vez. Nadie sabe cómo fueron; todo el mundo sabe que existieron, porque hasta sabemos los nombres, pero nadie los recuerda.
Víctor era "el gordito". Trabajaba en un periódico y era peleón, pero nunca pudo pelear con su negra, porque ella no le dió ni un centímetro de su espacio para que entrara en ese ring. El tipo lo intentó de varias formas, pero ella era muy jodida y el pobre nunca llegó a estar; y así, desapareció. Murió mucho antes de morir: nunca se supo nada, ni él se enteró de nada, porque nunca estuvo.
Adán era comerciante. Se murió en un juego de cartas o en un burdel o en un asalto; pero no duró mucho para morirse, porque no había nadie que lo velara. Cuando murió, ya Aura Rosa estaba pensando en otra cosa y el pobre no pudo reclamar ni una lagrimita. Eran tiempos de guerra, de hambre, de carbón, de a caballos. Nadie lo recordó porque hubo mucho trabajo que hacer en esos días y en los que vinieron.
Pero hay familias en las que la muerte es cotidiana: la gente se enferma y se muere; hay familias en que la muerte es trágica: la gente tiene accidentes o los matan; pero hay familias, como esta, en que la muerte casi siempre es por aburrimiento. A la gente no la matan, ni se enferma, ni se muere casi nunca, solo van desvaneciéndose en el recuerdo, desaparecen. Y al tiempo, los demás se empiezan a dar cuenta de que falta algo, pero en realidad es algo que no se sabe si de verdad falta, porque ciertamente no se sabe si estuvo alguna vez. Nadie sabe cómo fueron; todo el mundo sabe que existieron, porque hasta sabemos los nombres, pero nadie los recuerda.
Víctor era "el gordito". Trabajaba en un periódico y era peleón, pero nunca pudo pelear con su negra, porque ella no le dió ni un centímetro de su espacio para que entrara en ese ring. El tipo lo intentó de varias formas, pero ella era muy jodida y el pobre nunca llegó a estar; y así, desapareció. Murió mucho antes de morir: nunca se supo nada, ni él se enteró de nada, porque nunca estuvo.
Adán era comerciante. Se murió en un juego de cartas o en un burdel o en un asalto; pero no duró mucho para morirse, porque no había nadie que lo velara. Cuando murió, ya Aura Rosa estaba pensando en otra cosa y el pobre no pudo reclamar ni una lagrimita. Eran tiempos de guerra, de hambre, de carbón, de a caballos. Nadie lo recordó porque hubo mucho trabajo que hacer en esos días y en los que vinieron.
Esos dos nunca imaginaron que terminarían siendo parte de mis genes, de mi escritura, de mi imaginación. Mis abuelos son el misterio, lo que no fue, lo que está, pero no. Y no importa.
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Iliana