Estoy viviendo las vacas gordas… y se me nota!!!


Más allá del humor del título, esta reflexión que siempre hago, evidencia el trasfondo judeo-cristiano de mi formación, que más que con la conciencia o con las creencias, tiene que ver con el condicionamiento que durante los años más importantes de la vida de la gente fue practicado conmigo. Porque el conductismo funciona; aunque a algunos nos parezca moralmente horroroso, es un hecho que funciona. Y el resultado de esa rama de mi educación es el pánico que me causa ser feliz: son las vacas gordas, que prometen vacas flacas; entonces en algún momento seré infeliz. Porque la pequeña-burguesía relaciona estrechamente la felicidad con la gordura, sea física o mental: tener que hacer dieta para estar flaco es evidencia de excedencias, porque nunca se ha visto un pobre haciendo dieta.

Pero resulta que en mi caso particular estoy viviendo las vacas gordas desde que nací, que no fue en cuna de oro, pero casi. No he tenido ninguna discapacidad o desgracia grave o enfermedad o catástrofe familiar. En mi casa vieja, todos somos sanos, longevos, tenemos trabajo, parejas, no hay delincuentes ni adictos, somos fuertes y “normales”. Pero a diferencia de mi caso, conozco gente que nació con dificultades de todo tipo, económicas, de salud, psicológicas y muchos de su familia tienen problemas y han pasado 15 o 20 o 30 años y siguen teniendo las mismas dificultades o más. Esos han vivido las vacas flacas desde que nacieron y desde que sus tatara tatara ancestros nacieron. Y hay miles de millones de personas que han muerto y nunca siquiera vieron una vaca.

Eso me hace pensar que el problema de las “vacas” es que no hemos entendido el espíritu del cuento. Porque es que desde que yo era pequeña, cuando le preguntaba a mis monjas por la explicación biológica del origen de las especies, la respuesta era que lo que pasa es que el tiempo de la biblia no es el mismo que el tiempo de las personas; o sea, que si en la biblia se hablaba de 10 años, ello en realidad significaba 10 millones de años. “Ahhhhh”, entonces los muchachos decíamos, “así siii”. Es que la iglesia, la católica al menos, que es la que yo conozco, tiene una explicación para todo; y por más idiota que sea, uno termina por creérsela.

Y esa es la justificación perfecta para la injusticia. En la vida hay vacas gordas y vacas flacas; hay que conformarse con el tiempo de las vacas flacas, porque ya vendrá el tiempo de las vacas gordas. Y por contraste, hay que prepararse en el tiempo de las vacas gordas, porque ya vendrán las vacas flacas. Claro, la diferencia es que los que están viviendo las vacas gordas no piden consejos ni necesitan calma; si no pregunten a los países ricos porqué no cuidan el medio ambiente. Son los que están viviendo las vacas flacas los que, desesperados corren donde los consejeros a que los asesoren. Porque debe ser terrible ver un hijo morir de miseria; pero peor debe ser acostumbrarse a ello.

Y así, los pobres de solemnidad son pobres porque hay un tiempo para cada cosa; este es el tiempo de ser pobres para ellos. Léase el pasaje del eclesiastés: “Todo tiene su momento oportuno, hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo…”. Este no es el momento de las vacas gordas de las familias pobres, sino el momento de las vacas gordas de otras familias, pero no hay porqué preocuparse, todo tiene su momento. Y esperando su momento están desde hace siglos los pueblos del mundo que han sido explotados y subyugados por los imperios.

Así vemos cómo la educación de la iglesia es la mejor que se puede encontrar. Convence a los explotadores de que no hay de qué sentirse culpable, porque sus vacas gordas son determinadas por los designios divinos; y convence a los pobres de que se queden tranquilos, porque sus vacas flacas son parte de los mismos designios, prometiéndoles momentos de vacas gordas. Claro, que cuando alguien se desespere, se le puede contestar: “Es que no es en esta vida, sino en la otra”.

Estoy todavía por comprender el proceso particular de toma de conciencia de la injusticia y la inequidad. Pero estoy segura de que cuando eso empiece a sucederle a mucha gente a la vez y a muchos colectivos a la vez, estaremos frente a una verdadera Revolución.

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