¡¡¡¡Me quemaron la casa!!!!


¿Así si lo entenden?

Escribí un artículo de media cuartilla en el que lo explicaba a toda mi lista de correos, a todos mis “amigos” de fb, a los lectores de mi blog y a los de Aporrea.

Inocente de mí, que supongo que tengo en común con toda esa gente que no somos analfabetos y todavía creo que leen, al menos solo por curiosidad, al igual que yo.

Solo diez personas terminaron de leerlo.

Ahora entiendo porqué en Venezuela toda mi generación creía que el Conde de Montecristo era mujer y se llamaba la Dueña. El único conde que conocen las generaciones posteriores es el Conde del Guácharo. Claro, es que no hay que leer para conocerlo.

Pero lo más triste es que tirios y troyanos leyeron las dos primeras líneas y no continuaron, porque “ay, qué fastidio, otra queja más de chavistas a los que les quemaron la casa”. El problema no es siquiera de ignorancia; tenemos un problema de insensibilidad. “Es que no sabía que era tu casa” fue la respuesta de algun@s de las personas que creía más comprometid@s con la vida.

Esto me confirma que vivimos en una guerra. Una guerra sin tregua del capitalismo contra la humanidad, en la que las armas fundamentales son la intolerancia, la violencia y la insensibilidad.

Con este a lo mejor logré que me leyeran 4 personas más. ¡Claro!, la pastilla la puse en el titular, tal como reza el principio del amarillismo, que es lo único que los periodistas saben hacer ahora y que los “espectadores” están capacitados para comprender.

Por eso estoy convencida de que la Misión Lectura es una prioridad. Por eso he estado desde siempre intentando que la gente lea. Porque solo el que lee exige argumentos y hace conciencia.

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