Recuerdos de la Pacha Mama
Este 22 de abril celebramos en Cochabamba el Día de la Tierra. Con este motivo recordé que en el 2005 esta efeméride se celebró en Japón, en el marco de la Expo Aichi, en que la invitación fue para fijar posición sobre la destrucción causada por la especie humana a nuestra Madre Tierra, de la que somos parte: sin ella y su caldo primigenio, nuncase habría creado la vida, como de hecho pasó en otros muchos planetas del nuestro y de otros sistemas solares.
A comienzos del siglo XX, las “Expo Universales” empezaron realizándose como convenciones, que se desarrollaban alrededor las grandes creaciones artísticas o tecnológicas de los invitados, que en principio eran individuos y posteriormente fueron países. Pero con el devenir del tiempo, este tipo de eventos se fueron convirtiendo en un pretexto perfecto para vender las posibilidades turísticas de los países representados y en la actualidad son exposiciones de los productos de las corporaciones que los patrocinan.
La Expo Aichi fue organizada por la Corporación Toyota en un municipio de Aichi que se llama Toyohachi, cuyo nombre viene dado porque es allí donde se encuentra la planta original de fabricación de esa empresa. Aichi, que es una de las zonas más deprimidas de Japón, se prestó para que la corporación realizara este gran evento de promoción, por la donación de la infraestructura que se construyó para la expo, que incluía un Metro y un aeropuerto para la ciudad, además de la construcción y puesta en marcha de varios hoteles de diferentes tamaños y categorías y el mejoramiento de todas las redes de comunicación, tanto viales como ferroviarias. Además, durante el año que duró el evento, la zona tuvo un importante crecimiento económico. A cambio del beneficio económico para el país entero, Japón financió una parte de la organización y no cobró los impuestos correspondientes, permitiéndole a la corporación quedarse con el ingreso bruto del evento.
Pero los organizadores de Expo Aichi parecían querer darle un carácter distinto a esa reunión, invitando a unirse a la denuncia necesaria sobre la destrucción inminente del planeta, por la ambición del hombre, tanto corporativa como individual. El Gobierno venezolano entendió que el comité organizador de la expo pretendía que cada país expusiera qué estaba haciendo para manejar los daños causados al planeta y que pretendía, más que una gran venta de productos, dejar un recuerdo sobre la idea de que cuidar y conservar el planeta puede ser tanto o más satisfactorio que consumir desaforadamente.
En función de ello, se diseñó un planteamiento conceptual, que pretendía confrontar a las personas con la responsabilidad tanto individual como colectiva e histórica, por la destrucción o la salvación del planeta, así como plantear una reflexión filosófica por la culpabilidad, por el bien, por el mal, por la justicia, por la verdad, por la vida. De esta manera, al inicio del recorrido por el pabellón venezolano, se veían las bellísimas fotos que mostraban las diferentes cotas de altura de la naturaleza andino-amazónica; pero después se enfrentaban con los pendones con fotos de paisajes espectaculares antes y después de la tala, de la quema, de la basura, de la destrucción. Y al final se encontraban frente a la pantalla en la que ellos se veían reflejados y se veía la pregunta: ¿Eres parte del problema o parte de la solución?.
El mensaje era que no se puede comercializar con la naturaleza, no se puede vender la Amazonía, no se puede negociar los recursos naturales, porque ellos son los que dan vida y la vida no se puede privatizar, como pretenden las grandes corporaciones. Los cambios climáticos de las últimas décadas, el inminente deshielo en los polos, el cambio en la dirección de los vientos que provocan desastres en sitios en los que nunca antes de había visto ese tipo de acontecimientos, la desaparición diaria de islas e islotes en todo el planeta no son casuales; son producto de que el globo terráqueo está seriamente dañado por las prácticas antiecológicas que se han llevado a cabo durante todo el siglo que pasó y se siguen produciendo en nombre del desarrollo.
Los ensayos nucleares en “tiempos de paz” y el lanzamiento de bombas de productos químicos letales en las guerras, el uso indiscriminado de todo tipo de energía, la tala de los bosques, la destrucción de las cabeceras de los ríos en busca de minerales y las industrias altamente contaminantes, junto con el depósito de desechos tóxicos en lugares no seguros son las formas de explotación que han llevado al planeta a enfermarse seriamente y los síntomas los vemos todos los días, cada vez con más creciente crueldad.
Pero aunque Venezuela tuvo la osadía de presentar la realidad real del planeta, lamentablemente la respuesta de los demás países expositores a esta invitación pasó por el tamiz de los intereses económicos de cada corporación transnacional, lo que hizo que dicho encuentro no pasara de ser una rutinaria exposición de productos “eco-turísticos” y venta de guilindajos y baratijas de todas partes del mundo. La mayoría de los países solo fueron por el afán comercial del turismo, sin pensar que aún cuando es verdad que tenemos sitios bellísimos para explorar y fotografiar en todo el planeta, también es verdad que si no tomamos conciencia sobre la voracidad de la civilización, terminaremos por no tener nada bonito que explorar, que ver y al final, donde vivir siquiera.
Pero el cierre de la expo, signada por el “Llamado de la Naturaleza”, constituyó la más patente confirmación de la hipocresía de que son capaces las corporaciones por acumular un tanto más de capital. Todo el gigantesco complejo de instalaciones que fueron montadas especialmente con ocasión del evento, fue desmontado en una semana, de forma abrupta y sin respetar para nada todo lo que había sido el slogan de la exposición: todo fue desechado, nada fue reciclado. Desde instalaciones eléctricas en perfecto estado, pasando por miles de metros cuadrados de paredes de cartón piedra, aluminio y acero, hasta enormes árboles enteros, fueron arrancados de su sitio por grandes maquinarias que en una semana lo destruyeron todo y lo convirtieron en cerros de toneladas de basura. Una ciudad entera hubiera podido ser construida con lo que quedó de la expo y todo fue destruido, con la justificación de que hubiera sido más difícil y costoso trasladarlo a otros sitios.
Sin embargo, pasados apenas cinco años, hoy celebramos a la Pacha Mama en el marco de la Cumbre Mundial de los Pueblos, por el Cambio Climático y los derechos de la Madre Tierra. Los países desarrollados del planeta se han reunido en varias oportunidades y no han mostrado respeto alguno por la Madre originaria ni voluntad política para detener la muerte del planeta; pero el poder popular, las comunidades organizadas y los campesinos en pie de lucha, respaldados por gobiernos con voluntad política de dar todo el poder a los pueblos, que son los asistentes a esta cumbre, estamos demostrando que la especie humana y sus modos de producirse y de sentirse están cambiando a pasos agigantados.
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