Pinky y Cerebro


La razón es un método. Es el método que inventó Occidente para explicarse a sí mismo, su elaboración epistemológica y su reflexión ontológica. La categoría Razón, que fue traducida al latín como logos o lógica, parece haber sido utilizada por primera vez como realidad por Platón; pero el que realmente la llenó de contenidos fue Aristóteles, denominándola Dialéctica. Con el tiempo, se generalizó la especie de que la RAZÓN no era simplemente un método de conocimiento (la lógica), sino la característica esencial que diferencia a los seres humanos de los demás animales. Así, un conjunto de principios de una forma específica de pensamiento, devino fundamento de la humanidad entera.

Pero eso sucedió muchos años después de ser inventada la categoría. En realidad los que hicieron este milagro de metamorfosis estaban muy lejos de los que originaron el vocablo. Y es que las grandes civilizaciones que en la actualidad denominamos antiguas, florecieron justamente al oriente de lo que posteriormente se llamó Europa. Por eso, cuando desde las grandes culturas antiguas se hablaba de aquellos que venían de Occidente, es decir, de la parte más occidental y por cierto más pequeña y pobre del gran continente eurasático, se referían simplemente a los bárbaros que venían de aquella parte del continente y que no tenían otra conducta sino saquear, esquilmar, matar, quemar, empalar, brutalizar, destruir. Fue a raíz de las invasiones y la destrucción a gran escala, que esos bárbaros lograron convertir aquella forma despectiva en su nombre propio: Occidente. El primero de los objetivos alcanzados por los bárbaros fue el más significante: transformar Occidente, que era una ubicación geográfica, en una caracterización cultural.

De esta forma, muchas “costumbres globales” resultan anacrónicas al menos para la mitad de la población mundial. Así por ejemplo, cubrirse el cuerpo con cueros y telas, en un permanente clima de primavera-verano es un anacronismo que se intensifica cuando estudiamos la vida de nuestros pobladores originarios: andaban desnudos. La dieta básicamente carnívora que caracteriza el mundo contemporáneo es inexplicable en los trópicos, que disponen de la proliferación de alimentos vegetales todo el año, que en gran cantidad de casos se dan silvestres (como los cocos, los plátanos y los mangos) y que además son más apropiados para el calor. En diciembre, al comienzo del verano austral, los niños del sur del planeta esperan que un personaje nórdico les traiga los regalos de navidad ¡vestido de invierno!.

Pero es evidente que el segundo de los logros fue el más importante: la globalización del Capitalismo. La acumulación, que es la base fundamental de la historia occidental, es propia de un medio en el que una buena parte del año hay heladas y no se consigue nada de comer en la naturaleza. Ese es el motivo originario de sembrar de más y guardar los granos y las semillas: para el invierno; y ese sería también el motivo originario de establecerse en un solo sitio: ahorrar energía para subsistir el invierno, aún cuando todos los demás animales tienen como estrategia de sobrevivencia la migración. Sin embargo, al menos la mitad de los pobladores del planeta, que vivimos alrededor del Ecuador, vivimos en las condiciones naturales para ser nómadas y no hay razones, como no sean puramente externas, para no serlo.

Los bárbaros perfeccionaron las técnicas de muerte, destrucción y maldad, convirtiéndose a ellos mismos en un eficientísimo instrumento para colonizar a los vecinos y después al resto del mundo. Pero en algún momento se dieron cuenta que lo ganado en la guerra se perdía en la paz; así que inventaron la ideología y la nombraron RAZÓN. De esta forma, pudieron diversificar su esfuerzo, sin tener que llevar hasta el agotamiento el esfuerzo de todo su poderío belicista; de esta forma se transformaron en la más exitosa de las estrategias del poder creada jamás. Y lo mejor de esta estrategia es que a estas alturas, nadie en el mundo parece estar dispuesto a creer en la gran conspiración del capital contra la humanidad. Pero todos creemos en las conspiraciones que montaban los malignos soviéticos o los degenerados extraterrestres (y más actualmente, los infieles musulmanes) para atacar a los buenos “americans” y quedarse con el gran país que ellos a lomo han construido.

Es por eso que Pinky y Cerebro tuvo tanto éxito en su época.

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