Como un invitado de piedra


Cuando la Chuqui tuvo un encuentro cercano del tercer tipo con uno de estos, prometí presentarles a los eternos convidados a las fiestas en la casa de los viejos. Cuando la gente no conocía la casa, se asustaban inevitablemente, porque en realidad los tipos tienen una pinta rara, pero ya después, la verdad por su simpatía y don de gentes, se ganaban el cariño de todos y después siempre preguntaban por ellos. Aquí solo aparece uno, pero el otro es por el estilacho. Están los dos en el área del bar y hay anécdotas divertidísimas.

Una vez, la hermana solterona de un amigo de mi papá, le juró a mi mamá en plena fiesta, que había un tipo que se había instalado toda la noche a su lado a "echarle los perros" (decimos aquí cuando lo seducen), pero que a ella no le había gustado porque él estaba un poco pasado de tragos. Cuando mi mamá se dio cuenta de quién era el seductor, no pudo parar de reir en años, contagiándonos a todos. No se si aquella buena mujer se enteró alguna vez de la verdad, lo cierto es que por la casa no volvió más nunca. Pero de allí en adelante, nuestro anfitrión se llama Juanito, por aquel seductor medieval que imaginamos que tenía un tamaño mas acorde con el "Don", que el de éste, que apenas llega como a un metro veinte.

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