Año Bicentenario, Año de la Solidaridad y de la Negritud


Este debe ser un lindo año!!!

Venezuela cumple 200 años. Estamos haciendo planificación urbana, lo que es mucho decir en este país, en el que "planificación" es una palabra que solo es objeto de estudio. Y es el año del orgullo negro: a ver si estimulamos a algunos y algunas a que se dejen los cabellos como en realidad son.

En los años setentas y ochentas "la belleza femenina" tuvo en Venezuela su máximo auge y el sueño de muchas madres pobres era que su niña se convirtiera en Miss Venezuela, para que pudiera "salir de abajo". La Organización Cisneros invirtió un dinerillo en el negocio más viejo del mundo, "descubriendo" a varias de las más famosas meretrices latinas de la época, diseminando a la vez aquel mito urbano de que las venezolanas éramos las mujeres más bellas del mundo. Todas las mujeres veinteañeras citadinas entonces necesitaron despertarse dos horas más temprano que cualquiera en el mundo, porque tenían que hacer todo lo que se hace en la mañana, más maquillarse, estirarse el cabello y ponerse cuanto menjunje encontraran para estar en el target del Miss Veenzuela, por si acaso se encontraban en algún autobús o bajada de cerro o ascensor de ministerio a Osmel Sousa y él las descubría como la puta del año siguiente, perdón, como la próxima Miss Venezuela, que siempre tenía como características esenciales: pelo largo sin ondas, tez tirando a blanca, ojos preferiblemente claros.

Lo cierto es que este año de la Negritud me recuerda que hace algún tiempo murió en su casa una pariente de mi familia, tras una larga y penosa enfermedad. Era casi de madrugada cuando me llamaron, así que no bien amanecía yo estaba allí presta a acompañar a la familia cercana. Unos minutos después llegaron los empleados de la funeraria para buscar el cadáver y todos los presentes nos encontramos haciendo un túnel humano para que pasara la finada en la última salida de la que fuera su casa por casi sesenta años. La vimos pasar entre ahogados sollozos hasta que la montaron en la carroza fúnebre y en ese momento pensé que saldríamos raudos a abordar cada quien su carro y acompañar a la muerta en su penúltimo viaje motorizado. En segundos me di cuenta que estaba equivocada: todas las mujeres se abrazaban y se citaban para verse en la funeraria, después que fueran a LA PELUQUERÍA!!!!

Por siglos yo no he podido entender qué lleva a las mujeres negras venezolanas a pasar todo por el tamiz de la peluquería. Durante algún tiempo creí que era producto del Miss Venezuela; pero después me di cuenta que éste es consecuencia y no causa de lo que somos. Somos endoracistas, es decir, odiamos lo que somos y muy buena parte de lo que somos es NEGROS. Y lo mismo pasa a todos, a los que se nos nota y a los que no, porque mi parentela no evidentemente negra, no pelea sino que huye, lo más lejos posible, para que nadie vaya a creer que ellos vienen de aquí.

Este es el año del Orgullo de ser negro, cosa que no debería concitar orgullo pero tampoco desprecio, porque es tan natural tener ondas o rizos en el cabello como no tener o tener la piel clara o más oscura. Pero la historia nos lleva a reivindicar ese hecho y diremos que estamos orgullosos de ser negros y de ser venezolanos.

Lo que hagamos será el reflejo de ello.

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