La estética de la riqueza


La publicidad es un medio para motivar a grandes cantidades de gente hacia una misma acción determinada. Al principio, solo usada para la venta de concreciones, devino en la mejor manera de masificar los intangibles, en el instrumento por excelencia de la Ideología, entendida ésta como falsa conciencia. Así, los aparatos ideológicos del estado se han visto enriquecidos con el mejor sistema de ideologización que se ha inventado: la publicidad, que ha alcanzado los niveles máximos de tecnologización, al presentarse no solo ya en piezas expresas de ventas, sino en todo tipo de expresión cultural, a las que por medio del maquillaje de sus contenidos, se convierten en propagandas del capitalismo.

Así, la publicidad está plagada de gentes, casas, carros, ropas y paisajes que tienen un mismo formato: el de la estética que el capitalismo impone. En la publicidad, todos por ejemplo, “tienen el cabello rubio, los ojos rubios y los dientes rubios, como Troy Donahue”, al decir del cantor. La ideología cuenta con el hecho de que la mayoría de las personas nunca va a hacer una reflexión conciente sobre la belleza, porque de hacerse, cualquiera podría preguntar: ¿por qué nadie en las propagandas se parece a mi o a mi familia o a mis amigos o a mis vecinos?, ¿por qué las mismas propagandas que se usan en un sitio del planeta son usadas al otro lado del mismo, cuando las gentes de diferentes sitios son completamente diferentes unas a otras?.

Y lo peor, cualquier podría intentar responder… que “belleza” no es uno de los universales aristotélicos, como nos lo han hecho creer (a través de la publicidad, por cierto). “Belleza” es solo una idea platónica; es solo la manera que tienen las clases dominantes de describir lo propio. Es solo con el pasar de la historia de la humanidad que “belleza” se convierte en la definición de lo deseable, lo agradable, la meta a alcanzar. Y posteriormente se fue conformando una estrategia que ha convencido a las grandes mayorías de que solo lo impuesto es bello.

Lo que pasa con “la bondad” es tal vez aún peor: normalmente es definida por su asociación con “la belleza”. Todavía recuerdo como si fuera hoy que en mi primer semestre de vida universitaria, una de mis amigas de la época me dijo de un profesor: “ese cojo es malo, porque toda la gente con defectos físicos es mala”. Y es que mientras los medios te dicen lo que es bello, la escuela, las leyes y la iglesia te dicen que lo que no es como ellos siempre es malo o tiende a ello. Es por eso que tenemos la idea de que los ignorantes, enfermos, viejos, gordos, negros, pobres, es decir, todos los excluidos son feos y por tanto, malos. Paradójicamente pasa que cuando vemos a un negro, nos asustamos porque lo relacionamos con “malandro”, cuando nosotros mismos somos negros o venimos de familias negras; lo más triste es que el otro también se asusta, porque está pensando igual que nosotros.

Tal vez por eso somos tan críticos con nosotros y tan permisivos con los capitalistas, porque en el fondo creemos que ellos, los ricos, son buenos y nosotros, los pobres, malos. Y es por eso que llamamos a nuestro pelo rizado, “pelo malo” y a uno de los peores días que podemos recordar, “viernes negro” y a una persona con mala suerte “pobre diablo”. Todas frases que relacionan directamente las características físicas del dominado con una condición ética.

Eso es IDEOLOGÍA, que es el mayor obstáculo para la formación de la conciencia de clase, que es uno de los factores más importantes para el surgimiento del hombre nuevo. Mucho tiempo de mi vida me costó convencerme que ser “bonchones” no era un defecto, sino una virtud; que la flojera no puede ser una característica de los pobres, porque ellos tienen que salir todos los días a buscar la comida, sino de los ricos, que no tienen que despertarse temprano, porque en sus casas y en sus empresas siempre hay pobres que hagan todo el trabajo; que “black is beautiful”, no porque sea una gran consigna del Black Power, sino porque es verdad; que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Pero lo que entendí clarito, desde temprano es que LA POBREZA ES MALA; pero no porque los pobres sean flojos y no trabajan para “salir de abajo”, sino porque es la causa de que las grandes mayorías de las gentes de todos los tiempos hayan nacido para sufrir y hayan muerto de sufrimiento.

La pobreza es la más evidente consecuencia de la riqueza. Es claro que si no existieran ricos no existirían pobres, porque las riquezas estarían justamente repartidas y todos tendríamos en el planeta “lo que tenemos que tener”, como sabiamente decía Guillén.

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